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Configuraciones amorosas diversas

Invitación a un coloquio que se realizará próximamente:

"Configuraciones amorosas diversas"



Dónde? en Ca Revolta, en calle Santa Teresa, 10 –Bajo. Valencia

Cuándo? el Domingo 11 de Enero de 2015, a las 17:30 horasEl encuentro podrá extenderse durante varias horas, hasta la noche, pero cada persona se podrá retirar cuando lo considere oportuno. (No es necesario haber asistido a los primeros coloquios para poder apuntarse).

Para quiénes?  Este es un EVENTO GRATUITOabierto a todas las personas que tengan ganas de construir un "espacio protegido y confidente". El respeto y la actitud integrativa serán nuestras pautas basales. 
Qué haremos? Nos sentaremos en círculo y compartiremos un diálogo grupal. Vamos a hablar desde la propia emoción, desde la propia experiencia, confiando en que la "escucha" que nos recibe es una escucha implicada y comprensiva. 

Perspectiva: Esta será la reunión número 19. Cada persona puede asistir, dejar de asistir y volver a asistir cuando lo desee. En todos los casos, lo interesante es dejar abierta la posibilidad a que cada persona elija, según su ritmo y sus propios movimientos internos, la manera de involucrarse en este proceso.    

Estaremos sentadas/os durante un cierto tiempo, así que ven con ropa cómoda... Puedes traer un cojín para poner sobre la silla. Y si quieres, también puedes traer unos calcetines gorditos (o dobles) para poder descalzarte y no tener frío en los pies. Con el cuerpo reconfortado, sentimos y pensamos más felizmente...


Reflexión: 

Bueno, enero ya está aquí, y eso significa que por segunda vez hemos completado el recorrido anual. En enero de 2013 celebramos el primer coloquio y así -como jugando- ya han pasado dos años. La iniciativa coloquial supo nacer al calor de unas reflexiones muy específicas. Sentadas en torno a una berenjena rellena, hablábamos sobre el amor, sobre la manera en que solemos vivir el amor. Y de aquel hilo de palabras, que una de nosotras tituló "Crítica de la monodieta sensual y afectiva", surgió la primer convocatoria. 

Como si de un ritual colectivo se tratara, nos fuimos encontrando puntualmente cada mes, para seguir estirando aquellos primeros hilos de conversación grupal. Y del buen hábito, fue surgiendo la consciencia de que, en parte, nos aglutinaba una inquietud común (digamos, unos ciertos ejes temáticos) pero que lo más importante era (y es) la manera de dialogar. Y finalmente fue el ejercicio cívico de escucharnos lo que acabó propiciando una amalgama de calidades óptimas. 

Entonces, aquella máxima que dice "Forma es contenido", supo cristalizarse en cada encuentro. Después de todo, la mejor manera de hablar de amor, es hablar amorosamente. El hecho de poder compartirnos sabiendo que no seríamos interrumpidas, ha contribuido a crear un marco de comodidad. Asimismo, el hecho de poder abrir una ventana hacia nuestro paisaje interior, pero teniendo la certeza de que quien nos escucha lo hace para servirse las porciones de la comprensión (y no del juicio valorativo), ha facilitado la integración de subjetividades eventualmente divergentes. 

Dado que enero nos halla en coyuntura de aniversario, nos proponemos un homenaje al espíritu originario del coloquio. Es por ello que el tema va de "Configuraciones amorosas diversas". También podríamos llamarlo "Amores y sexualidades: hacia una visión pluralista", o "Identidades amorosas en tránsito", o "Amantes sin fronteras"... etc. El objetivo es visibilizar el hecho de que hay vida (mucha vida!) fuera del modelo monogámico. La monogamia (pautada como un contrato consciente) es, por supuesto, una forma perfectamente válida de experimentar el amor. Pero no siempre ocurre así.

Lo inquietante es que por una cuestión de presiones socio-estructurales, las personas suelen asumir (por defecto y sin mediar mayores consensos adaptativos) que el amor es como aquello de subirse a un tren que funciona con ley propia. Y claro, el amor, cada vínculo, no sigue realmente un camino único, ni lo hace de manera "automática". O sea, que cada nueva relación supondría, desde una perspectiva saludable, la construcción (en presente continuo) de pautas específicas, temporales, flexibles y personalizadas. La actualización de las necesidades y las expectativas, si no se practica en tiempo real, da lugar a permanentes desajustes entre lo que se dice y lo que se siente. 

Existe un vasto universo de representaciones en torno al mito del "amor para toda la vida", "la media naranja", "las almas gemelas", "el príncipe azul" y un sinfín de figuras estereotipadas que pretenden idealizar lo que "debería" ser el amor. La presencia tan popularizada de este "Tótem romántico" genera, como se indicó antes, una presión muy negativa y de escala cultural, estructural. Poco sabemos aún sobre el grado de influencia que tiene la atmósfera social sobre nuestras consciencias. Pero es estadísticamente observable que lo individual (lo personal, lo privado) sucede, es fruto o consecuencia de un complejo proceso de codificación cultural. 

Dicha programación asegura la continuidad de todo un sistema de vida. Y ese sistema, a su vez, desarrolla mecanismos de control que se entrelazan convenientemente. La heteronormatividad y su deriva misógina es una de las caras del poliedro. La propiedad privada y la distribución sexista del mundo laboral es otra. También cabe allí la exaltación idealizada de la familia nuclear como unidad de consumo y producción. Se trata de un tipo de unidad que tiende a la atomización y al aislamiento. Y por supuesto, toda la estrategia arquitectónica y urbanística atienden también al mismo modelo relacional, a saber: la hegemonía del binomio amoroso excluyente. 

En este punto, es oportuno explicitar que no se trata aquí de crear falsas dicotomías. La pareja monogámica no es un problema, es una opción tan lícita como cualquier otra. Lo importante es poder elegir, sortear conscientemente la presión social (antes mencionada) y discurrir a través de todas las aguas que nos puedan ofrecer algún aprendizaje. La "monogamia obligatoria" se basa en una concepción intrínsecamente culposa de la consciencia humana. El pensamiento religioso, tan tendente a la infantilización, ha sabido abundar en esta dirección, la de la culpa inherente, esencial.  

Tener una visión "esencialista" de la propia identidad es -como mínimo- restringente (porque nos aboca casi necesariamente hacia alguna forma de rigidez), pero si además esa esencia está imbuída en culpabilidades primigenias, tendremos un cerco muy cerrado. Después de todo, nuestra identidad, esa cosa tan sagrada, no es mucho más que un espacio conceptual inducido. Hemos sido inducidas ambiente mediante, así que no suele ser algo de lo que seamos demasiado conscientes. No obstante, como personas adultas, podemos elegir qué posibilidades nos otorgamos, a manera de regalo. 

Se podría decir: "Qué tipo de relación deseas y te diré qué piensas de ti misma/o". Nuestro concepto de "amor" es algo así como una extensión de nuestra creencia auto-referencial. Pensamos el amor con la misma vara que mide lo que creemos ser. Y claro, creemos ser, en buena medida, lo que un cierto proceso de socialización ha podido señalar a través de unos mecanismos de gradual acostumbramiento. En términos rigurosos, no podemos saber, por su complejidad, qué es y cómo se estructura la identidad. Pero sí podemos observar, en cambio, cómo influyen los diferentes contextos de desarrollo personal. De aquí, a decir que el "Yo" es un espacio de "fuerzas encontradas", algo así como un juego de vectores dispuestos circunstancialmente, hay poco tramo. 

Si las fuerzas que han ido estructurando nuestra creencia del propio Yo, nos han puesto mayormente en la tesitura del "Yo amenazado", nuestra concepción del amor será más bien acotada. Es decir, experimentaremos el amor como un espacio potencialmente inseguro y tendremos la tendencia a preferirlo con pautas de clausura. Dado que todas las personas, sin excepción, hemos experimentado cúmulos de frustración y abandono (temprano o tardío), aquello (el fantasma de la amenaza) nos toca a todas de alguna manera y con algún gradiente de intensidad. 

Sin embargo (y a través de un proceso de auto-distanciamiento terapéutico), también podemos elegir tener una "mirada" desde la abundancia sexual y afectiva. No sabemos en qué medida cambia nuestra realidad cuando ponemos la abundancia en nuestra mirada, pero sí sabemos que si la abundancia no está allí, en nuestra propia manera de mirar, no podremos asumirla aunque exista de hecho y del modo más flagrante. Quizás, lo que más nos separa de esa "mirada creadora de abundancia" sea el factor de la culpabilidad. Cuando la culpa alcanza cotas de interiorización profunda, la mirada se obtura habilitando sólo el espectro de la supervivencia. 

La abundancia sexual y afectiva no es tanto una condición material (aunque seguramente se expresa también de manera tangible) como una cuestión de actitud. Darnos el permiso es fundamental. Aprender a gestionar el deseo sexual -propio y ajeno- prescindiendo del bisturí de la represión, es una posibilidad interesante. Sobre todo, porque no hay contraindicación alguna. Asumir, por el contrario, que las expresiones de co-dependencia emocional son pruebas de amor, nos arroja a una zona de irresponsabilidad respecto de nosotras mismas. 

En realidad (y aunque el discurso oficial podría sugerir lo opuesto), ésta no es una sociedad monógama. Es más bien una cultura de la "doble moral". En general, y sobre todo a partir de cierto grado de experiencia, las personas suelen intuir que el amor no es "eso" que ocurre en una determinada relación, sino que es el flujo natural que mueve los imanes de la socialización, por sistema. El amor y el sexo son más una manera de pensar y sentir que una práctica concreta. Incluso en los vínculos laborales o institucionales, suele haber -si no lo reprimimos- algún nivel de afectación que trae aparejado un calado emocional equis.

Es decir, que en el plano fáctico, con más o menos consciencia de ello, todas estamos experimentado, permanentemente, juegos de atracción (con la sexualidad expuesta o sublimada). Y eso no parece despertar mayores susceptibilidades, salvo casos puntuales. Pero ante la idea de "blanquear" esta realidad, normalizándola, suelen surgir los brotes de la inacción o la disfuncionalidad. Si al amor lo edificamos a la altura de lo que creemos de nosotras mismas, sólo podremos ofrecer al mundo lo que primeramente nos hemos otorgado a título de obsequio personal, en nuestro fuero más íntimo. 

Por lo tanto, todas esas formas de amor no monógamo (que ahora se visibilizan con la palabra "poliamor") son, ante todo, propuestas de generosidad (una generosidad que cada persona puede tener consigo misma). Las formas del poliamor invitan a incrementar el margen de incertidumbre. Mientras que en el marco de la monogamia se establecen recorridos más delimitados, los marcos poliamorosos suponen estructuras más blandas y representaciones más porosas (más atravesadas por dosis ostensibles de vacío). La monogamia, en ese sentido, es la práctica de lo que en el arte se llama "horror vacui". Porque el éxito amoroso se suele representar como un espacio invariablemente lleno, constantemente colmado (y esto, a largo plazo, lleva a la saturación). 

Entre las vertientes del poliamor puede haber tantos caminos como seamos capaces de imaginar, proponer y consensuar. Y realmente no se trata tanto de elegir una determinada modalidad como de permanecer en el sano ejercicio de la actualización. Ir actualizando en tiempo real lo que vamos sintiendo con cada persona, constituye un aspecto central. Y dicha actualización nos invita a "no dejar caer" nuestra autoestima en actos de dependencia. Y por último, el poliamor es un espacio "no obligatorio", no dotado de medidas punitivas y donde cada persona asume el hacerse cargo de sí misma.

Quizás, el valor terapéutico de las experiencias poliamorosas, consiste en su grado de "realidad". O sea, que la legitimidad del vínculo no se apoya en la exclusión de otras personas. Digamos que el amor poliamoroso es una forma de neurosis que admite al mundo, porque no se funda en la cláusula de un cierto aislamiento selectivo. En contraste con lo que sería la idealización romántica de la monogamia, que se basa en algo parecido a una negación sistemática de las atracciones (para "ordenar" y circunscribir el deseo sexual). Las parejas cerradas suelen resultar ineficientes y poco sostenibles porque precisan una gran cantidad de recursos (energía psíquica) para mantener el ideal. Es decir, la "fantasía de exclusividad" (o la necesidad de sentirse absolutamente especiales para alguien). 

Ya cerrando esta reflexión, deseo puntualizar (o volver a puntualizar) que la cuestión no debe interpretarse en términos de "Amor versus Poliamor". En verdad, las maneras de amar son mucho más complejas que lo que pudiera caber en cualquier texto. Y la intención real de este coloquio será visibilizar todo ese mundo de contradicciones y dificultades que ocurren no sólo en el amor de pareja sino también en los modelos alternativos de relación. Al fin de cuentas, la magia consiste en darse "el baño de realidad" y aún así mantener la motivación por el experimento del amor. 

En cualquier caso... este próximo domingo nos invitamos mutuamente a abrir el corazón, la mente y la abundancia en la mirada...



Condiciones:


Si quieres enriquecernos con tu presencia, es necesario que envíes un mail indicando tu nombre completo y tu intención de participar a la siguiente dirección: cristianyapur@yahoo.com.ar

Debes tener en cuenta que el aforo será limitado y que las inscripciones se realizarán "por orden de llegada". Por lo tanto, responder con cierta prontitud será la mejor manera de asegurarte la plaza.

Si habiéndote apuntado, te surge un imprevisto y no puedes asistir, te pido encarecidamente que lo expreses, así otra persona podrá aprovechar tu lugar. Te lo pido por favor, avisa con la mayor antelación posible. 


Ahhh... y además, ten en cuenta el traer una botella de agua y frutas o frutos secos (o lo que quieras) para compartir una merienda breve a mitad del coloquio. 


Si te apetece, puedes reenviar esta invitación (pero de manera muy puntual, no masivamente).

Muchas Gracias por tu interés...