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El modelo dominante

Algo de material recopilado hace tiempo. Inspirado en parte en el libro The Ethical Slut, de Dossie Easton y Janet Hardy.


A la mayoría nos han enseñado que la única forma de relación sana, normal y natural es la Pareja Monógama de Larga Duración, preferiblemente heterosexual y para toda la vida. Si en algún momento vital nuestros deseos no encajan en ese modelo, eso significa que tenemos una disfunción moral o psicológica, que tiene algo de enfermiza y va contra nuestra propia naturaleza. O en el mejor de los casos que manifestamos una excentricidad, probablemente temporal, una fase pasajera de extraversión o desenfreno, quizás debida a algún desengaño o a una crisis personal.

Much@s podemos percibir instintivamente que hay algo arcaico en este planteamiento, que no tiene sentido en nuestra sociedad actual, pero está tan profundamente enterrado en el sustrato cultural que nos rodea, que rara vez se ve sometido a la crítica. Es casi invisible, pero
 esta ahí todo el tiempo, detrás de nuestras hipótesis, nuestros valores, nuestros deseos, nuestros mitos, nuestras expectativas.

Recibimos socialmente con moderada flexibilidad novedades como que la masturbación es sana y no provoca ceguera :-), que cuando una relación no funciona es posible e incluso conveniente romperla antes que mantenerla con engaños y sufrimiento hasta la muerte de uno de sus miembros, que las relaciones homosexuales no son una grave enfermedad e incluso que pueden existir relaciones sexuales esporádicas, lúdicas, satisfactorias y superficiales con personas que no nos importan. Porque, eso sí, tarde o temprano una de ellas resultará ser alguien especial e inevitablemente pasaremos a Modo PMLD (Pareja Monógama de Larga Duración). Lo contrario sólo podrá ser producto de una preocupante falta de sensibilidad o una patológica aversión al compromiso ¡sin duda!

Dadas estas premisas, si a alguien se le ocurre cuestionar este criterio tradicional se tiene que enfrentar a una serie de ideas preconcebidas y juicios peyorativos. Entre ellos:

  • Eres Promiscu@: Despectivamente, supone la asunción moral de que tener menos relaciones de caracter sexual, sensual o afectivo es mejor que tener más. Supone medir el valor ético del individuo por el número de sus compañer@s sexuales, no por el respeto y el cuidado con que l@s trata.
  • Eres amoral y peligros@: Se asocia culturalmente la desviación de la norma a actitudes asociales, de excentricidad e incluso de marginalidad. No compartir un principio moral básico podría suponer estar en contra de otros pilares de la sociedad, ser sospechos@ y poco previsible.
  • Eres pecador@ o rebelde: Quien basa su moral en la palabra de sus dioses, su iglesia, sus padres o su cultura opina que la bondad consiste en la obediencia a las leyes establecidas por un poder superior o una tradición. Esto, además de a juzgar como pecadores a otros, nos conduce a menudo a experimentar con culpabilidad y vergüenza nuestros propios deseos y actividades, en muchos casos perfectamente naturales.
  • Estás enferm@ o eres inmadur@: Los estudios psicológicos de la conducta humana de los siglos XIX y XX asimilan las sexualidades y afectividades deformadas respecto de la norma a problemas de formación de la personalidad. Siguen escuchándose hoy en día, constantemente, opiniones que relacionan la madurez personal con una conducta sexual y afectiva tradicional. Conceptos como la adicción al sexo se manejan con ligereza aunque curiosamente la supuesta sustitución de la afectividad y el sexo en pareja por actividades alternativas como el trabajo o el ejercicio físico también se ve como un signo patológico. Esto denota una contradicción y una fuerte tendencia a ver como enfermizo cualquier comportamiento diferente al considerado de referencia social.
  • Eres fácil: ¿Fácil? Sí. ¿Es una virtud ser "difícil"?  ;-)

Por otro lado, el planteamiento enterrado e invisible mencionado antes se puede diseccionar extrayendo los elementos culturales y sociales subyacentes que lo componen, verdades que se consideran de sentido común, cosas que se asumen, que todo el mundo sabe:

  • Las relaciones monógamas a largo plazo son las únicas que pueden considerarse verdaderas relaciones: Esta creencia hace sentir que algo te ocurre si no estás comprometid@ en una pareja, si prefieres permanecer libre, si de repente descubres sentimientos, afectos o atracción por más de una persona a la vez, si has probado relaciones tradicionales y no han funcionado. En lugar de cuestionar este dogma, te preguntas: ¿Estoy incomplet@? ¿Dónde está mi otra mitad? Se supone que un@ no es suficientemente buen@ por si mism@, pero la persona correcta automáticamente resolverá todos mis problemas, llenará todos mis vacíos y hará mi vida completa.
    Sin embargo, la monogamia es, con toda probabilidad, algo relativamente nuevo en la historia humana, infrecuente entre los primates sociales y en las sociedades primitivas cazadoras-recolectoras (ver, por ejemplo, En el principio era el sexo, de Christopher Ryan y Cacilda Jethá). Muchas personas reflexivas, informadas e inteligentes han decidido ser monógamas, y hay que aplaudirlo. Pero, ¿cuántos de los que nos rodean, cuántos en nuestra sociedad, pueden decir que han tomado expresa y conscientemente esta decisión tras valorar todas las alternativas en igualdad de condiciones?
  • Si estoy realmente enamorad@, automáticamente perderé todo interés por los demás: Es decir, que si experimento atracción sexual o sentimientos afectivos respecto de otra persona, es por que no estoy enamorad@. Esta creencia ha supuesto una enorme carga de infelicidad, culpabilidad y angustia para muchísima gente a través de los siglos. Sin embargo, si se analiza sin prejucios, es evidentemente falsa hasta el punto de lo absurdo. La evidencia cotidiana en contra es tan abrumadora que no tiene sentido argumentar al respecto. Sin duda, también existen personas que ante determinadas situaciones, como un apasionado amor romántico, un proyecto de vida en común o un examen de matemáticas, pierden todo interés o atracción por los demás. Esto es claramente comprensible y respetable, pero no supone la regla sino más bien la excepción.
  • Los celos son inevitables y normales: Los celos son, sin lugar a dudas, una experiencia que afecta a la mayoría de los humanos, como la envidia, el deseo, la avaricia, la pereza... Sin embargo, los celos (no infundados o a priori, sino respecto de una conducta real de la persona "amada" con otra u otras personas) se consideran culturalmente aceptables. Podríamos decir que es un derecho casi fundamental que se adquiere cuando se establece una relación romántica.
    En nuestro día a día estamos acostumbrados a controlar, sin apenas darnos cuenta, emociones como el deseo de poseer un bien que no es nuestro, el deseo de quedarnos durmiendo al sonar el despertador, el deseo de abordar sexualmente a alguien sin más, etc. Porque ser ladrón, vago o acosador está condenado socialmente. Sin embargo, si se ama a otra persona, automáticamente un@ tiene derecho a sentirse mal, enfadarse y recriminar cualquier actitud de afecto o actividad sexual del ser amado con otras personas. Es más, no sólo es un derecho sino parecería que incluso una obligación. Si un@ acepta estas conductas de la otra persona con naturalidad, se entiende culturalmente que no hay verdadero amor.
    Es decir, nos encontramos frente a una emoción objetivamente destructiva y posesiva que se promueve culturalmente y por tanto no existe el hábito de controlarla. Sin embargo hay abundante evidencia sociológica y antropológica que nos muestra que sí es controlable, al igual que el resto de emociones que hemos puesto como ejemplo. Basta con incorporar el valor del respeto a la libertad de los demás (más aún de aquellos a los que valoramos, apreciamos, queremos) a nuestro día a día para que poco a poco esta emoción sea tan controlable como las demás.
--
Oscar Wildest.

4 comentarios:

  1. Para llevar a cabo estos preceptos de los cuales estoy completamente de acuerdo, se debe tener una madurez emocional y una asertividad vital, difícil de poseer. Los extremos no sirven, el modelo actual de relaciones caducas no funciona, pero tampoco me resulta sano llevar adelante relaciones poliamorosas por temor a caer en la monogamia, como si ésto fuera algo nefasto para la persona. Si partimos del concepto de libertad, probablemente muchas personas deseen libremente amar a una sola persona, porque simplemente esa persona llena su existencia y no necesita más. No necesariamente la monogamia en personas emocionalmente maduras, sea igual a pérdida de libertad. Sino simplemente el deseo de compartir creencias, gustos, formas de pensar y vivir....sin invadir los espacios del otro. Simplemente siendo complementarios.

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    Respuestas
    1. Muy cierto. Aunque nada de eso se pone en cuestión en el texto. Lo que se rebate exclusivamente es el argumento:
      "La única forma de relación sana, normal y natural es la Pareja Monógama de Larga Duración, preferiblemente heterosexual y para toda la vida"

      Se rebate que sea la única, no que sea sana, normal y natural. La pareja monógama puede ser perfectamente sana, satisfactoria y válida si se vive con libertad y es elegida conscientemente tras haber evaluado en igualdad de condiciones todas las alternativas.

      Y, en cualquier caso, si un modelo es un caso extremo o no lo es, depende de dónde situemos el fiel de la balanza. En mi opinión la pareja estrictamente monógama hasta la muerte ES UN EXTREMO en el espectro de formas de relación entre humanos.

      Que, por cierto, es un espectro muuuuy amplio. Véase:

      http://jezebel.com/5674628/great-visual-maps-of-non+monogamous-relationships

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  2. Avanzar o estancarse.

    ¿Por qué están caducas -y por lo tanto no funcionan- las relaciones afectivas tradicionales que siguen predominando en la actualidad? En mi opinión se debe al choque o al desajuste entre el imaginario social que persigue un ideal de carácter romántico y las condiciones reales en las que se desarrollan esas relaciones. Es como querer volar libres permaneciendo atados.
    El modelo dominante en este ámbito implica los valores y concepciones del amor romántico: la complementariedad, el unirse en pareja para no sentirse incompleto, la renuncia a la propia individualidad al concebir la pareja y la familia como un nosotros, la exclusividad, la fidelidad, la entrega, la posesividad, la estabilidad, la seguridad y certidumbre... Mientras que, por otra parte, la realidad de la convivencia conyugal ha experimentado cambios importantes marcados por el desarrollo de la individualidad y de la liberación de la mujer, que se condensan en el cambio de roles, especialmente el de la mujer. ¿Es posible conjugar los fundamentos del amor romántico con ese cambio en los roles? ¿Por ejemplo, puede armonizarse la complementariedad con la igualdad, o la pertenencia entre cónyuges con la autonomía? El intento de encajarlos uno en el otro produce sin duda choques y erosiones porque sólo pueden conjugarse, bien renunciando al ideal (o a una parte de él) o bien recortando el contenido de la igualdad, la autonomía o, en suma, de los nuevos roles. Y como no parece probable que pueda revertirse el proceso por el que esos roles se llenan de contenido (individualización, igualdad, autonomía...), la única manera de ir restableciendo el equilibrio consiste en combatir las viejas concepciones que se baten en retirada provocando mucha angustia y miedo a volar libres. Dicho de otro modo, con los mimbres de la individualidad, la independencia, la igualdad, la libertad... se pretende construir una convivencia afectiva basada en sus opuestos. Y el resultado previsible es el choque entre el ideal romántico con su carga de posesividad y la cruda realidad en la que ya no puede encajar sin provocar fuertes tensiones.
    Las emociones están ligadas a las concepciones, a una visión global del mundo construida histórica y socialmente. En general, responden al referido choque entre el imaginario social y la realidad práctica en la que encaja cada vez menos. Por lo tanto, no se pueden ajustar las emociones a una afectividad y sexualidad libres sin avanzar en las concepciones, en las ideas. Ardua tarea, pero no hay otro camino.
    Difícil de poseer la madurez emocional y la asertividad vital necesarias para asumir la libertad en las relaciones, es un camino que puede provocar tensiones, miedo, angustia... Y claro está que no tiene por qué recorrerse, podemos seguir apostando por el remanso de paz en el que complementarse y compartir una felicidad idílica. ¿Pero esa idea no está caduca, no es justamente su caducidad la que está provocando una avalancha de conflictividad, de enfrentamientos, de traumas emocionales... sin parangón en la historia de las relaciones afectivas?

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  3. Un tema por demás de complejo y abarcativo. Cuando hablo de relaciones caducas, probablemente hable en 1º persona, siempre intento hacerlo, como ejercicio de comunicación asertiva y no egocentrismo. Aprendemos a través de conceptos, pero la experiencia es la que definitivamente influye en el aprendizaje.
    En estos momentos me encuentro en una fase conceptual, en la que busco respuestas. Después de haber sido monógama dentro de un largo matrimonio/tiempo, que se pensó para toda la vida y tenía fecha de caducidad (sin ser consciente de ello), no quiero volver a repetir este patrón bajo ningún concepto. He sido muy feliz y alcanzado muchas metas en pareja, pero maduramos diferentes y empezamos a perseguir metas distintas de forma individual. Después de 4 largos y costosos años de divorciada, en el cual he aprendido a ser yo misma por supervivencia, en el cual me he encontrado y como dice Osho "Naturalmente, primero te amarás a ti mismo, porque ese será tu primer encuentro. Primero serás consciente de la fragancia que está surgiendo en ti, la luz que ha nacido en ti, y la felicidad que cae sobre ti. Luego, el amor se volverá tu misma naturaleza. Entonces amarás a muchos; lo amarás todo".
    Adoro este concepto, lo experimento....pero es muy complicado para mí llevarlo a la práctica. Somos lo que aprendimos y desaprender es el ejercicio más complicado que existe. En el que juegan....la culpa, el egoísmo, el no compromiso y en definitivas una entrega parcial. Por lo menos yo lo vivo así y por eso busco respuestas. Todo lo que me rodea me aporta y no quiero renunciar a nada. Pero donde termino yo y mis circunstancias, empiezan la de los demás

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